Si los peruanos creáramos un modelo de gestión sostenible integral que permita que Machu Picchu reciba 20,000 visitantes al día en promedio, cifra conservadora debido a que hay varios monumentos protegidos que reciben más turistas, incluido el frágil y comparativamente pequeño Coliseo Romano, el Perú recibiría en un abrir y cerrar de ojos cerca de 6 millones de turistas adicionales al año. Si tomamos en cuenta que un vacacionista gasta en promedio cerca de 1,500 dólares por visita, estamos hablando que 9,000 millones de dólares adicionales entrarían a nuestra economía cada 12 meses. ¿Les parece poco? Esto debería, sin lugar a dudas, estar en la agenda nacional, es inaudito que no se discuta este tema en todas las esferas, no es sólo un tema que compete a Cusco o al sector turismo. Debería interesarles a todos los sectores, gremios, grupos económicos y demás. Esa plata equivale a casi dos veces el presupuesto del sector Salud. Es prácticamente 20% de nuestras exportaciones totales. ¡Es como si se hiciera un Conga y un Tía María al año y te sobra dinero! ¡Son cerca de 4 puntos del PBI! ¿Qué esperamos para hacerlo?
El problema es que hace años se ha acuñado en la mente de las personas que hay un límite máximo de visitantes al día que no deteriora Machu Picchu. Primero dijeron 2,500, luego cerca de 5,600, y ahora la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco dice que sólo van a permitir 2,244 visitantes al día. ¿Dónde está el pensamiento crítico? ¿Dónde está el sustento técnico que dice que Machu Picchu sólo puede recibir 2,500, para luego cambiar las cifras de manera antojadiza? ¿Qué ingeniero estructural a firmado que la montaña se va a hundir si 6,000 personas la pisan? ¿Cómo la tienen que pisar? ¿En qué sitio se va a caer? ¿Quién ha puesto su rúbrica a semejante afirmación? ¿Quién asegura que el deterioro es por el número de turistas y no más bien por la desidia del gobierno a la hora de mantenerla y por el modelo de gestión que sabe dios quien ha elegido?
Lo que se tiene que hacer es un análisis técnico que nazca de la aprobación de un modelo de gestión sostenible integral que busque maximizar el número de visitas diarias permitidas y que sea aprobado por un grupo multidisciplinario a nivel nacional. La idea es maximizar el número de personas que pueden entrar al recinto sosteniblemente cada día. Ese es el punto de partida.
Por ejemplo, se tiene que debatir, ¿queremos varios accesos a las ruinas? ¿Cada acceso debe tener una ruta distinta? ¿Queremos varias salidas? ¿Queremos visitas diferenciadas? ¿Cuánto debe durar cada recorrido? ¿Hacemos recorridos de noche? ¿Queremos restringir accesos a ciertas partes del monumento que forman embudos para hacer las visitas más rápidas? ¿Queremos cobrar por no hacer cola? ¿Queremos hacer rutas con diferentes precios? Hay cientos de variables a analizar y pendientes de definir que jamás se han estudiado. Como si nos sobrara el dinero en el Perú y no importase el número de extranjeros que vengan como turistas.
Y creo que es eso lo que pasa. No importa. En el Perú no importa nada, no importa por ejemplo que Cusco se caiga a pedazos en el próximo movimiento telúrico, tampoco importa que el centro de Lima se incendie y desmorone. Es triste la irracional postura que se ha mantenido por décadas y ha hecho que perdamos miles de millones de dólares al año. Mientras al Taj Mahal y al Partenón lo visitaban más de 7 millones de personas cada 365 días, a nuestro gigantesco y pétreo Machu Picchu apenas llegaron 1.5 millones en el 2019.
¿Qué esperamos para cambiar esto? El Ministerio de Cultura en su afán de preservar los bienes culturales relevantes para las generaciones futuras, en la práctica muchas veces los destruye. En lo referente a Machu Picchu el proteccionismo desmedido nos lesiona desde otro ángulo, en lo económico. Es hora de que el sector turismo y todos los gremios en general alcen la voz y se hagan oír. Machu Picchu podría significar que el Perú salga de la pobreza, que todo el sur andino, y especialmente Cusco, resurja y crezca. Con el capricho que se comete con la ciudadela Inca estamos perdiendo mucho más dinero que en los truncos mega proyectos mineros que levantan titulares. Es indolente seguir así, absurdo. Machu Picchu debe ser y ha debido siempre ser un motor económico a nivel nacional. El gobierno que salga elegido el próximo año debe tener esto en cuenta. No tenerlo nos perpetuará en esta situación de mediocridad en que hemos vivido durante décadas a pesar de poder ser de los mejores.
INFRAESTRUCTURA
Cuando termino de escribir esto me parece sentir a los practicantes del negacionismo susurrarme al oído: “Marcial, esto no se puede hacer. La infraestructura está colapsada, no se puede”. A ellos les diría que el negacionismo grupal da pena. Da pena cómo el miedo al cambio puede hacer que muchos le den la espalda a algo mejor y abracen una mentira más cómoda. Parte del modelo de gestión sostenible debe obviamente incluir los aspectos de infraestructura nacional necesarios para llevar a cabo el proyecto. ¿No hay presupuesto? Les doy una idea: jueguen con los ingresos futuros por impuestos proyectados. Sólo recaudando 20% de los 9,000 millones de dólares que entrarían con 6 millones de turistas adicionales podrían pagar en un año la ampliación del Aeropuerto Jorge Chávez y el Aeropuerto de Chinchero al mismo tiempo y les sobra plata. En 10 años de ingresos podrían reducir el déficit de infraestructura nacional considerablemente sólo con Machu Picchu. Piensen por favor. Es hora. Mientras el tiempo pasa, mientras los burócratas ponen restricciones desde sus cómodas oficinas, hay peruanos que mueren de frío en los Andes, en la Selva no tienen oxígeno y en la costa no tienen ni agua, ni luz ni desagüe. Es hora de que se tomen la cosas en serio.
TURISMO MODERNO (el romanticismo ha muerto)
El turismo es un motor económico con múltiples beneficios. No sólo es descentralizado, no sólo es intensivo en mano de obra, no sólo es un gran generador de divisas, si no que inclusive mejora el capital humano de los países debido al intercambio cultural. Viajar ya no es un lujo y por eso los gobiernos han tenido que modernizar los modelos de gestión de sus monumentos más icónicos, sus emblemas culturales.
Dado que los monumentos de la talla de Machu Picchu son un bien de toda la humanidad y son imanes de peregrinaje global, los países han tenido que ajustar las experiencias de visita de tal manera que puedan albergar a la mayor cantidad de gente posible al día. Eso no sólo democratiza las visitas si no que genera un beneficio económico sin precedentes para el mismo sector Cultura que tanto lo necesita y que es el que debería liderar la modernización.
Por ejemplo, ya no se pueden tocar las columnas del Partenón ni entrar como podías hacerlo en los 70´s. Para albergar cerca de 7 millones de turistas al año han tenido que hacer circuitos con barandas metálicas que guían tu camino, cerrar el acceso a diversas áreas, entre otras cosas. Pero todo parte de la decisión fundamental de querer tener más visitantes. De verlo como una necesidad económica nacional y del turismo moderno.
Otro ejemplo importante de la modernización de un modelo de gestión sostenible es el del Coliseo Romano. La reciente restauración de esta joya mundial, financiada por el empresario Diego Della Valle, dueño del grupo de artículos de lujo Tod’s, ha dado paso no sólo a una puesta en valor ejemplar, sino que se ha cambiado a favor del bien común la forma en que se operaba. Ahora han techado parte de la arena para que se aprecie la magnificencia del Coliseo, se han abierto áreas antes cerradas para dividir a las hordas de visitantes y hacer el tráfico más ligero, han cerrado otras zonas que disminuían la velocidad de la visita, entre muchas cosas más para maximizar el flujo turístico y a la vez brindar experiencias diferenciadas a distintos precios.
Todo esto es necesario que se analice en el caso de Machu Picchu. No hay que ser retrogradas. La experiencia de visita necesita un cambio y el modelo de gestión también. Hay que analizar la construcción de un centro de visitantes, museo, infraestructura de acceso, teleférico, caminos, auditorios, etc. para que el Perú aproveche lo que nuestros antepasados nos han dejado. ¿Hasta cuando los peruanos vamos a ser especialistas en dejar pasar oportunidades? Machu Picchu puede ser el motor de desarrollo más grande que tenemos y está al alcance de las manos. ¿Qué esperamos?
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