“Estamos encantados de que nuestro revolucionario enfoque de las comunicaciones basadas en datos haya jugado un papel integral en la extraordinaria victoria del presidente Donald Trump», dijo Alexander Nix luego de la inesperada derrota de la candidata demócrata Hillary Clinton. Nix, un empresario inglés, ex CEO de Cambridge Analytica, declaraba esto como parte de un comunicado de la compañía. ¿Qué había pasado? La empresa británica, aparentemente con malas artes, había obtenido data de muchos estadounidenses y, con su gran conocimiento de marketing digital, contribuyó a empujar al pueblo a votar por el no tan carismático Trump. ¿Cuánto le costó al ex habitué de las fiestas de Jeffrey Epstein inclinar la balanza a su favor? Dicen que alrededor de US$6 millones.
¿Qué tiene que ver esto con la promoción del turismo? Para mí mucho. Esa escena tiene dos mensajes positivos. El primero se refiere a las campañas digitales. Las campañas digitales funcionan, y funcionan muy bien, generan acción, generan conversión, generan ventas. El segundo mensaje es que, como seguro algunos ya captaron, una campaña digital es mucho más barata que hacer ferias, pasear huacos en el extranjero, exhibir arte prehispánico, invitar escritores de cierto renombre, periodistas, vloggers, imprimir afiches, hacer conversatorios, planes, y un largo etcétera que es lo que las agencias de promoción del turismo hacen en muchos países, sin «huacos» por su puesto.
Entonces, cuando leo que el Presidente de la Cámara Nacional de Turismo, hace poco más de un mes reveló que, a fines del presente año se realizaría una feria virtual en la cual se buscarían los mecanismos tecnológicos para poder impulsar el destino Perú y comercializar con los clientes enfatizando el B2B a nivel internacional, a mí se me paran los pelos. Más aún cuando los medios reportan eso con tono de esperanza.
¿Qué deberíamos hacer entonces? Bueno, simple, tenemos que decidir ya, ahora, no a fin de año si queremos contar con turistas cuando el problema de salud pase. Y con ese objetivo debemos escoger entre: Machupizar la promoción o seguir Desmachupizándola como hemos hecho por años. Como expliqué en mi artículo pasado, es imperativo Machupizar la promoción del turismo. Los que quieran entender el razonamiento detrás pueden leer el artículo cliqueando este enlace.
Sin embargo, les dejo un resumen: si nuestra meta es incrementar el flujo de turistas extranjeros hacia el Perú, la tenemos más fácil que cualquier país sudamericano y probablemente más fácil que la mayoría de los países del mundo. Recuerden que tenemos a Machu Picchu, una joya que está siempre en el “bucket list” o cosas que hacer antes de morir según los rankings de Forbes, UsNews y básicamente cualquier publicación extranjera. Así como lo pongo, “cosas que hacer antes de morir”. ¿Les parece poco ese mensaje? Ciertamente de manera personal puedo decir que me parece gigantesco. Más aún en la coyuntura actual que tenemos a la muerte tan presente. Es decir, millones de personas sueñan con conocer Machu Picchu, millones anhelan poder ver en vivo nuestra joya inca, muchas más personas de las que soñaban votar por Trump en el 2016, se los aseguro. Entonces, si tenemos a esos clientes potenciales, ¿no se dan cuenta que es más fácil venderles la idea de visitar El Señor de Sipán una vez que han comprado su ticket para venir a ver Machu Picchu que venderles El Señor de Sipán, por decir, en Florencia? Sinceramente no entiendo como algunos siguen pensando que más eficiente es desmachupizar la promoción con nuestro limitado presupuesto. En fin.
Asumiendo que decidimos Machupizar la promoción, la pregunta cae de madura ¿Cómo transformamos ese sueño de millones en realidad? ¿Cómo hacemos que los extranjeros agarren su tarjeta de crédito, hagan click y reserven un vuelo a Perú?
Elemental. Una vez que decides Machupizar, hagamos lo que hizo el internacionalmente impopular presidente de Estados Unidos. Contratemos una empresa especializada en marketing digital del extranjero, un gurú de talla mundial. Alguien con experiencia en campañas digitales presidenciales importantes, de primer orden, alguien que sepa lo que piensan las personas, que sepa influenciar, y hacerlo, por su puesto, con buenas artes, no de la manera que lo hizo Cambridge Analytica.
Tenemos miles de millones de soles dando vueltas para ayudar a variados programas estatales, el dinero en el Perú, aunque suene a un oxímoron, no es un gran problema estos días, el gobierno tiene la caja de 30 años de ahorros. Además, tenemos el presupuesto de Promperú que no es nada despreciable tampoco. Es hora de actuar de manera eficiente, salvo que pensemos que el B2B nos va a sacar del hueco en que el Turismo está metido. Necesitamos soluciones creativas, arriesgadas, efectivas.
A veces las soluciones a un problema sectorial, vienen de las mentes de otros sectores. Abracemos esa idea que vino de la política y apliquémosla en la promoción del turismo nacional. El arribo de extranjeros en el Perú teniendo a Machu Picchu, teniendo una buena promoción digital y partiendo de la baja base en que nos hayamos, debería crecer a tasas de dos dígitos sin problemas. Dado nuestro restringido presupuesto, esa es la estrategia con mejor ratio costo/beneficio. Si Trump se hizo del despacho Oval con US$6 millones, imagínense cuántas personas podrían comprar un pasaje a Perú si invertimos inteligentemente en promoción 60, 100 o 200 millones. Nuestros antepasados nos han regalado Machu Picchu, no aprovecharlo inteligentemente es un pecado. Más aún con la crisis en la que estamos y la pobreza que vivimos.
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