Para ampliar la cobertura educativa de manera remota aún se deben considerar varios factores, como la edad de los alumnos, la competencia, la plana docente, la infraestructura y las leyes en este sector.
Pese a las adversidades, una gran oportunidad que nos deja la pandemia por la COVID-19 es, sin duda, la posibilidad de ampliar de forma significativa la cobertura educativa aprovechando las plataformas digitales. Suena simple, pero esto implica varias consideraciones importantes. Detallo algunas a continuación:
– No todos los niveles de la educación se adecúan de la misma forma a los escenarios virtuales. A menor edad del estudiante, probablemente, mayor complejidad para la educación virtual. Por ejemplo, los niños en la etapa prescolar requieren una educación lúdica, contacto con otros niños y, además, tienen mayor dificultad para concentrarse durante periodos largos frente a una computadora.
– La competencia en la educación es muy alta y seguirá agudizándose. Por ello, ahora los alumnos pueden considerar una propuesta local o de diferentes partes del mundo comparando costos, valor de marca, tiempos, flexibilidad horaria (sincrónica y asincrónica), grado de personalización del servicio, entre otros factores.
– La calidad de la propuesta educativa es fundamental. El centro educativo debe ofrecer herramientas digitales bien aprovechadas; docentes no solo capaces, sino adiestrados con tales herramientas digitales; contenidos acordes con la realidad del público participante; adecuado control del número de estudiantes por cada grupo y más.
– La plana docente es clave, y el perfil del buen docente dependerá del nivel de educación que se imparte. En un MBA, por ejemplo, los grados académicos del docente son valiosos, pero lo son aún más su experiencia en el campo de enseñanza. Si el curso es Evaluación de Proyectos, por ejemplo, el alumno preferirá como docente a quien se desarrolle en la actividad pública o privada justamente evaluando proyectos; no a un PhD en esa área que jamás ha evaluado un proyecto.
– La infraestructura de soporte es heterogénea entre las distintas instituciones académicas, aunque algunas se anticiparon. La Universidad San Ignacio de Loyola, por ejemplo, invirtió hace más de dos años en la implementación del USIL Digital Learning Factory, un moderno laboratorio de producción y edición de contenido para potenciar la educación virtual, el cual le ha permitido encarar la coyuntura en una mejor posición, activando todas las clases virtuales al 100 % una vez que se decretó el Estado de Emergencia.
– Es importante también contemplar el marco regulatorio del país en el que se ofrece el programa. Al respecto, hay que tener en cuenta que, debido a la COVID-19, las instituciones reguladoras, como Sunedu en el caso del Perú, han permitido una mayor participación de la educación virtual. Debe evaluarse la posibilidad de mantener esta posición más allá de la pandemia.
El caso de Ilumno, un socio estratégico
Ilumno es una empresa que lleva más de 15 años desarrollando alianzas estratégicas con instituciones de educación superior en América Latina a través de la educación virtual. Hoy cuenta con más de 200 000 estudiantes activos en educación superior y formación continua con tasas de retención de hasta 90 %.
Su presidente y CEO, Nuno Fernandes, fue reconocido en octubre de 2019 por ACQ5 Global Awards como el CEO Gamechanger del año para el mercado de América por el importante impacto de Ilumno en los países donde participa: en Colombia con la Fundación Universitaria del Área Andina; en Argentina con Universidad Siglo 21; entre otros.
Perspectivas de la educación virtual
El acceso a la educación superior de calidad es un enorme desafío en todos los países de la región. A nivel de todo Latinoamérica, existen 4 940 instituciones de educación superior con más de 30 millones de estudiantes, de las cuales 3.2 millones están matriculados en modalidad virtual.
La educación ya venía virtualizándose, pero la pandemia está acelerando el proceso. Esta modalidad se ajusta mucho mejor a las condiciones y los estilos de vida de los jóvenes: menos tiempo invertido en transporte, menor exposición a la inseguridad ciudadana, flexibilidad horaria, ahorro importante de dinero, etc. La democratización de una propuesta educativa de calidad encuentra en la modalidad virtual la gran posibilidad de avanzar en forma acelerada.
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