Hemos leído a importantes economistas decir que esta crisis es comparable con la situación vivida después de la guerra con Chile (1883) cuando el Perú quedó destrozado económica, social y anímicamente. También hemos escuchado que la caída en el empleo en el país es parecida a la de la gran depresión de Estados Unidos de los años treinta. Claro, si usamos el PBI y el empleo como únicas variables de análisis, por supuesto que tienen razón. Pero dar a entender que los niveles de confianza y bienestar que hay en este momento en el Perú son los mismos de la época posguerra con Chile o la gran depresión, es simplemente un absurdo económico. Eso solo refleja que seguimos sin entender cómo funciona el país.
Cuando vemos miles de personas en el distrito de La Victoria (Lima) vendiendo ropa en las calles muchos ven pobreza, informalidad o crisis. Pero si dejamos la miopía económica y social veremos una demanda que está siendo satisfecha. Analicemos con detenimiento esto: si vendo ropa en la calle es porque alguien está comprando ropa en la calle, es decir, porque hay una demanda insatisfecha que ahora está siendo atendida. Eso se llama mercado en el estricto sentido económico, por cierto. Sigamos con el análisis: para vender ropa en la calle significa que hay algo de capital para invertir en mercadería, lo cual los convierte en autoempleados y no en desempleados como dicen las cifras macroeconómicas.
Profundicemos aún más: si hay compradores de esa ropa que se vende en las calles es porque hay personas con dinero para comprar, es decir, hay riqueza y ahorros. Esos ahorros se están convirtiendo en inversión: ahorro (compra de ropa) = inversión (mercadería) + ganancia (riqueza generada). Esta riqueza se usa para comprar más cosas, posiblemente las que vendan los que compraron la ropa, y así gira el engranaje de una economía.
¿Qué sucede entonces?
Lo que estamos viendo en las calles cercanas a Gamarra no es desempleo, sino autoempleo. Y no estamos viendo recesión, sino una economía de mercado. ¿Eso había en las calles durante la gran depresión de Estados Unidos? Por su puesto que no, pues no había ni capital para invertir y ni compradores con dinero para comprar, es decir, no había mercado.
Para aquellos que en este momento ya tienen ganas de escribir su crítica, esperen un momento por favor, pues esto se pondrá mejor. Obviamente hay una economía debilitada y en crisis, pero eso se debe a que el país y el mundo se fueron de vacaciones. Si lo que produzco en el año es 100, entonces cada mes aporta 8.33. Si paramos la “fábrica” durante tres meses de cuarentena (semanas más, semanas menos) entonces debemos caer un 25% en la producción agregada. Eso es aritmética básica, no Economía de Harvard.
Hasta aquí estamos claros que hay y habrá una caída en el PBI, pero quién ha dicho que el PBI es la manera de medir el bienestar y la confianza. De hecho, esta discusión tiene décadas, pues el PBI mide el valor de la producción agregada de un país en un período de tiempo, no su bienestar ni su desarrollo. Eso lo sabemos los economistas, pero nos aferramos a este indicador porque no hemos encontrado una manera más efectiva y aceptada mundialmente para medir el avance de un país. Por ello, el crecimiento económico se ha convertido en la religión mundial que nadie quiere aceptar, pero en la que todos creemos, y cuando no está entramos en pánico (Homo Deus, Yuval Noah Harari).
El Perú creció 20 años consecutivos desde 2000 y durante ese tiempo el país casi se cuadruplicó. Pero ahora que se fue el crecimiento nos damos cuenta que el desarrollo económico ha sido escaso. Las necesidades básicas de un país como la educación, salud, seguridad y transporte público no son de calidad y están muy lejos de serlo (El Perú está calato, Stiglich y Ganoza)
Mis amigos economistas ortodoxos comienzan en este momento a sentir que se les sube la presión. Pero antes que estallen les digo lo de siempre: somos buenos para criticar y mantener el status quo, pero no planteamos ninguna nueva receta para hacer mejor las cosas. Nos hemos vuelto peores que haters de Facebook, criticando todo lo que hacen otros, como si nosotros pudiésemos hacerlo mejor. “Es que no soy político”, dicen algunos.
Llegamos al análisis final: tenemos gasolina para arrancar el motor. La riqueza y el capital no se han ido del país. No hay cifras con influjos de capital que alarmen, es decir, ni las corporaciones ni las familias millonarias están sacando su dinero del país. Dinero siempre ha habido en el Perú para invertir y eso se mantiene.
Hay crisis económica, sin duda, pero no a los niveles que nos dicen para ganar titulares. Debemos analizar lo importante para salir de una crisis: confianza y riqueza para invertir. Con eso volveremos a crecer más rápido de lo piensan algunos economistas conservadores y añejos.